Actualmente existe una especulación en los precios del material sanitario, ya que el mercado de determinados productos farmacéuticos ha sufrido un auge espectacular desde el estado de alarma. Esto es debido a la alta demanda existente frente a una oferta limitada. Por ejemplo, el estado de Nueva York está pagando 15 veces más por el material médico de lo que costaría en circunstancias normales en un intento desesperado por proteger a sus sanitarios y dotar al sistema de recursos para luchar contra el actual estado de alarma.
En España se ha pedido intervenir los precios de los productos sanitarios después de que se haya detectado un incremento en las tarifas de venta de mascarillas o gel desinfectante, que «son artículos de primera necesidad«. Además, ha reclamado la creación de una empresa pública gallega que permita la fabricación de estos materiales para no depender del abastecimiento internacional.

¿Especulación o garantizar los suministros?
Este contraste en la ley de oferta y demanda genera recelos. Que una actividad económica se esté beneficiando en un contexto en el que veremos una caída del 8 % del PIB en la bolsa de valores predispone a identificar como especulación esa actividad. Se ha producido un desajuste entre la oferta y la demanda debido a al gran número de casos de COVID-19. Esto tiene una consecuencia directa en el incremento de los precios, acusando a las farmacias de especular con estos productos.
Antes del confinamiento, un paquete de 50 mascarillas tenía un coste para las farmacias de 4 a 6 euros. Hoy, ese mismo paquete tiene un precio de alrededor de 60 euros. Por lo tanto, estamos hablando de un incremento de precios alrededor del 1.100 %. Unos costes que las farmacias repercuten al consumidor final tratando de mantener los márgenes el negocio. No es especulación, es escasez de un bien ampliamente demandado.
Los países se están enfrentando en un mercado internacional controlado por los proveedores que cambian los precios de un día para otro. El mercado mundial de respiradores está ahora controlado por un puñado de multinacionales que pactan la producción y el precio. Uno de los más grandes productores está china, que antes de la crisis ya producía la mitad de las mascarillas de todo el mundo, y ahora ha multiplicado su producción hasta 115 millones al día, según medios locales. Los países acuden a China para conseguir mascarillas y pruebas de diagnóstico, y no siempre se puede llegar a un buen acuerdo. Las primeras 9.000 pruebas que el Gobierno español compró a fábricas chinas a través de un proveedor nacional eran defectuosas.
¿Deberían regular los precios?
Muchos pueden pensar que debido a los altos precios generados, el Estado debería regular esta actividad estableciendo precios máximos para mascarillas, geles desinfectantes, pruebas y demás productos vinculados a esta pandemia cuya misión no es otra que la prevención del contagio. Establecer medidas de este tipo perjudicaría gravemente a la cadena de suministro porque se eliminarían los actuales incentivos para la producción y satisfacción de la demanda. Si los costes en el mercado global de estos productos son elevados pero el precio de venta al público queda limitado por la regulación, se rompe la cadena de suministro y, por lo tanto, el acceso a estos productos tan necesarios hoy.
Conclusión
Vemos cómo se están multiplicando por cuatro los precios de estos productos, lo que nos lleva a afirmar que hay especulación en los precios del material sanitario y que las empresas privadas están sacando tajada de la crisis. Es un problema que ha surgido cuando los profesionales de las farmacias han tenido que prescindir de sus proveedores habituales por falta de material y acudir a otros que fijan precios muy diferentes.