Unos de los problemas contemporáneos más apremiantes es el desarrollo económico desigual.
Si unos países son ricos y otros pobres, ¿por qué los pobres no adoptan la política y los métodos que han hecho ricos a las otros? En realidad, dichos intentos se han llevado a cabo pero, en la mayoría de los casos, sin éxito notable. El problema es mucho más complicado de lo que parece a primera vista. En primer lugar, no existe un acuerdo general respecto a cuáles métodos y políticas se deben las altas rentas de los países ricos. En segundo lugar, incluso en el caso de que tal acuerdo existiese, no es nada seguro que métodos y políticas similares produjesen los mismos resultados en las distintas circunstancias geográficas, culturales e históricas de los actuales países con rentas bajas. Por último, aunque muchas investigaciones abordan este problema, no se han presentado aún una teoría sobre el desarrollo económico que sea útil desde un punto de vista operativo y que se pueda aplicar de forma general.
El enfoque histórico utilizado en este libro no aspira a presentar una teoría general sobre el desarrollo económico que sea aplicable universalmente. El análisis histórico puede concentrarse en los orígenes de los desiguales niveles de desarrollo existentes en la actualidad. Un diagnóstico correcto de los orígenes del problema no garantiza por sí solo una receta eficaz, pero difícilmente puede esperase que el problema se remedie sin tal diagnóstico. En segundo lugar, al concentrarse en los ejemplos de crecimiento y disminución que nos ofrece el pasado, el enfoque histórico puede aislar los fundamentos del desarrollo económico, sin dejarse distraer por discusiones sobre la eficacia o la conveniencia de políticas concretas aplicadas a problemas actuales específicos. Es un instrumento que facilita la objetividad y la claridad de pensamiento.
Cuando los gobernantes y sus equipos de expertos llevan a cabo una política de desarrollo, minimizan la posible aportación del análisis histórico a la solución de sus problemas, alegando que la situación contemporánea es única y que, por tanto, la historia no es relevante. Esta postura contiene una doble falacia. En primer lugar, quienes desconocen el pasado no están capacitados para generalizar sobre él. En segundo lugar, ese modo de pensar niega implícitamente la uniformidad de la naturaleza, incluyendo el comportamiento de las personas y de las instituciones sociales, un supuesto en el que se basa toda investigación científica. Tales posturas revelan la facilidad con que se pueden confundir los síntomas de un problema con sus causas.
Este libro trata de ser una introducción tanto al estudio de la historia económica como del desarrollo económico. Para un completo entendimiento del problema del desarrollo económico, deben emplearse también otros métodos de estudio y observación.