El desarrollo económico es la capacidad que tiene la economía de un país para generar un crecimiento anual sostenido de su Producto Nacional Bruto (PNB), de su Producto Interior Bruto (PIB) o de la Renta por Habitante o PNB per cápita. También se pueden incluir la estructura de la producción y del empleo, el desarrollo industrial, el índice de escolarización, en general, todo lo que signifique una mejora del bienestar de la población.
El concepto de desarrollo ha evolucionado desde que en la Conferencia de San Francisco en 1945 se aprobase la Carta de las Naciones Unidas. En la Carta se menciona al desarrollo de forma parecida al concepto actual, añadiendo al progreso económico y social, la mejora del nivel de vida, la cultura. Desde los años setenta, el discurso sobre la cooperación al desarrollo se centró en el crecimiento económico y en los recursos para la inversión.
El concepto de desarrollo tenía que evolucionar para dejar de ser considerado sólo como un fenómeno económico e incluir otros problemas como la preocupación por el medio ambiente, el desempleo o las libertades. A lo largo de la década de los noventa, el concepto de desarrollo giró alrededor de lo que se denominó sostenible, incluyendo aspectos que se asimilaban a un desarrollo integral.
En los últimos años, la práctica ha llevado al conocimiento de que a pesar de la cooperación al desarrollo y de los esfuerzos realizados en pro del desarrollo de los países más pobres, no se ha logrado estimular el crecimiento económico. El progreso de cada país depende de diversos factores que no tienen por qué tener los mismos resultados, si esos factores ligados a políticas concretas, se aplican en otro país o al mismo país en otro período de tiempo.