Levantamiento del 2 de mayo de 1808: el pueblo español contra los franceses

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El 2 de mayo es el día de la Comunidad de Madrid y una de las fechas más importantes para nuestro país a nivel histórico. Si alguna vez has visitado la capital es posible que hayas ido el popular barrio de Malasaña y una de sus plaza más famosas, la del 2 de mayo; en los alrededores de esta plaza confluyen calles como la de Velarde, pero, ¿sabías que toman sus nombres de los actos ocurridos tras el levantamiento del 2 de mayo en Madrid?

Antecedentes del levantamiento del 2 de mayo

Para hablar del levantamiento del 2 de mayo, es importante repasar los hechos que ocurrieron antes y que condujeron a ese momento tan importante de la historia de España. Comenzamos con la firma del Tratado de Fontainebleu en octubre de 1807. Con este tratado, Francia y España se unían para invadir militarmente Portugal, que era aliado de Reino Unido. La campaña ocurre porque Francia había intentado invadir Gran Bretaña un año antes; al fracasar, inicia un Bloqueo Comercial que evitaba el comercio de productos entre Gran Bretaña y Europa.

Portugal, que era aliado de Gran Bretaña, no acató el bloqueo, así que Napoleón decide invadir el país. Evidentemente, para poder alcanzar Portugal, las tropas francesas debían de pasar por territorio español. Por eso se firma el Tratado de Fontainebleau por el que Francia y España invadirían de forma conjunta Portugal. España empezó lo propio y tomó Valença, Oporto, Setúbal; los franceses, por su parte, llegaron a Lisboa desde Alcántara. Ante estas invasiones simultáneas, la corte portuguesa se trasladó a Brasil hasta abril de 1821.

El levantamiento del 2 de mayo fue una protesta popular a la invasión de los franceses

Aparentemente todo iba muy bien para los franceses y españoles, pero las cosas comenzaron a torcerse porque el ejército francés en vez de continuar su campaña hacia Lisboa, decidió permanecer en España. Así, poco a poco, Burgos, Salamanca, Pamplona, San Sebastián, Barcelona y Figueras fueron ocupados por el ejército francés. 65.000 soldados, aproximadamente, se afincaron en España y, desde ahí, controlaban las comunicaciones con Portugal, Madrid y la frontera con Francia. Se trataba, según Napoleón Bonaparte, de una ocupación amistosa, pero que hizo saltar las alarmas en la Corte. Así, esta se trasladó a Aranjuez con el plan de que, si las cosas se complicaban, la Corte fuera trasladada a alguna de las colonias de ultramar del imperio, como ya lo había hecho la familia real portuguesa.

Sucedió que en 1808 se produjo el Motín de Aranjuez (con este cayó Godoy, que había firmado el Tratado de Fontainebleu), Carlos IV abdicó y, en su lugar, Fernando VII ocupó el trono. Madrid fue ocupada por las tropas del mariscal Murat el 23 de marzo y a quien, para sorpresa del pueblo español, el rey recibió como aliado.

La jugada de Napoleón había sido magistral; con el grueso de las tropas españolas en Portugal, España quedó desamparada y advirtió que el rey solo acudía a él para exigir sus pretensiones. Así, Napoleón convocó a Fernando VII a Bayona y se produjo la abdicación en favor del hermano de Napoleón: José Bonaparte el 6 de junio. Pero no nos adelantemos, antes de que José Bonaparte llegara al trono español, se produjo el levantamiento del 2 de mayo que daría inicio a la que en el futuro se conocería como la Guerra de la Independencia.

​El levantamiento del 2 de mayo de 1808

Como ya decíamos, Fernando VII acudió a Bayona al llamado del poderoso Napoleón Bonaparte. El rey marchó dejando encargado de los asuntos del gobierno a una Junta que permaneció en Madrid. Sin embargo, el poder estaba en manos de Murat y no de autoridades españolas. Así que, aprovechándose de la situación, Murat solicitó (en nombre de Carlos IV) que el resto de la familia real fuera trasladada a Bayona; la Junta de Gobierno se opuso, pero, tras reunirse con carácter urgente la madrugada del 1 al 2 de mayo, y por instrucciones de Fernando VII, la Junta accedió.

Se conoce como levantamiento del 2 de mayo a los hechos que ocurrieron en 1808 en Madrid a consecuencia de una protesta popular por la situación política del país. La causa directa del levantamiento fue el Motín de Aranjuez, que ocurrió entre el 17 y 18 de marzo de 1808. El citado motín, que ocurrió en las calles de esta localidad madrileña, se produjo como protesta por las políticas de Manuel Godoy, secretario de Estado con Carlos IV; Godoy fue quien firmó el Tratado de Fontainebleu con los franceses. En el motín, la multitud enardecida, asaltó el palacio de Godoy y quemó todos los enseres que no fueron saqueados. El motín lo que quería era que Godoy fuera destituido y que Carlos IV abdicara en favor del príncipe Fernando. Y sí, Carlos IV abdicó, pero lo que se vino después fue peor.

Así fue el inicio de la Guerra de Independencia

Aunque la lucha por la Independencia comenzaría después, el levantamiento del 2 de mayo fue la chispa que encendió a la multitud. Muy temprano aquella mañana, los madrileños se concentraron en el Palacio Real; habían escuchado los rumores de que el ejército francés pretendía sacar al infante Francisco de Paula (el último miembro de la familia real que seguía en la ciudad9 con la intención de llevárselo a Francia. Al grito «¡Que nos lo llevan!» (exclamado por José Blas Molina), la multitud asaltó las puertas del palacio.

Los levantamientos del 2 de mayo trajeron como consecuencia la Guerra de Independencia española y la pérdida de las colonias de América, que también buscaron su independencia

Así, intentando defender al infante (porque creían que se lo llevaban por la fuerza), el gentío atacó a una patrulla francesa, que a su vez fue defendida por un batallón y 2 piezas de artillería que dispararon a la multitud. El resultado fue una serie de violentos actos que se extendieron por toda la ciudad. El supuesto traslado del infante era solo un pretexto, pues el pueblo en realidad solo quería vengar a sus muertos y echar a los franceses del territorio español.

Los madrileños iniciaron un poderoso levantamiento del pueblo y las contiendas se extendieron por las calles de la ciudad, por los barrios de la capital donde surgían caudillos que defendieron la capital. Ahora el objetivo de los ciudadanos era impedir que nuevas atropas francesas entraran a la ciudad. Sin embargo, pese a la valiente lucha y resistencia que opuso el pueblo de Madrid, los franceses, bajo el mando de Murat, iniciaron la represión. Murat consiguió que 30.000 de sus hombres entraran en la capital y la defendieran; lo hicieron por las armas y masacraron, sin distinción, a niños, mujeres, ancianos y hombres.

Los héroes del levantamiento del 2 de mayo

Daoíz y Velarde

En el centro de la Plaza del 2 de Mayo te encontrarás con un monumento dedicado a Daoíz y Velarde, pero, ¿quiénes fueron estos héroes? En el grueso de la lucha de aquel 2 de mayo, los militares españoles no lucharon por la capital del país. El poco ejército español que quedaba en la ciudad se acuarteló, pero hubo un grupo de artilleros que desobedeció las órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete. Se trata de los artilleros del Parque de Monteleón y que se unieron a las revueltas populares.

De entre todos estos valientes artilleros, destacan las figuras de Luis Daoíz y Pedro Velarde, que se pusieron al mando del grupo. El grupo se encerró en el Parque de Monteleón, al que se unieron los vecinos para luchar contra los franceses. Hasta aquí llegaron los franceses, comandados por el general Lefranc, y, aunque los españoles resistieron valientemente, perdieron la vida debido a la inferioridad en número contra los franceses. En esta contienda también participaron algunos militares españoles que desobedecieron y lucharon junto a Daoíz y Velarde: Jacinto Ruíz (teniente), Juan Van Halen y José Hezeta (alféreces de fragata).

Un símbolo del levantamiento del 2 de mayo de 1808 es la Plaza del 2 de Mayo en Madrid

Manuela Malasaña

Una de las figuras más notables de estos trágicos levantamientos fue Manuela Malasaña; a la joven, que murió con 17 años, víctima del levantamiento, se le reconoce como una de las heroínas populares de aquel día. Curiosamente, era hija de un panadero francés, Jean Malesange (Malasaña en castellano) y de la española María Oñoro. Manuela era bordadora y vivía en la calle San Andrés (cercana a la plaza).

Hay varias versiones sobre su muerte. Una sostiene que Manuela participó desde el balcón de su casa en la defensa del Parque de Artillería de Monteleón (actual Plaza del 2 de Mayo) que defendían Daoíz y Velarde. Según el relato, Manuela daba a su padre las municiones para atacar a los franceses, cuando la alcanzó un disparo.

Otra versión sostiene que la joven permaneció en el taller de costura donde trabajaba hasta que los disparos cesaron. Cuando volvía a su casa, una patrulla de soldados franceses habría tratado de abusar de ella; como respuesta, la joven se defendió con unas tijeras. Otros sostienen que la fusilaron por tener unas tijeras en su posesión cuando la registraron. La historia real nunca la conoceremos, lo que sí sabemos es que su cuerpo se registró con el número 74 de las 409 víctimas del levantamiento del 2 de mayo; estos datos aún se encuentran en los archivos militares y municipales de Madrid.

Actualmente hay una calle en Madrid que lleva su nombre y, el barrio donde vivió y murió, y que por aquel entonces se llamaba barrio de Maravillas, pasó a llamarse Malasaña en su honor en la década de los 80.

Represión y consecuencias

Murat fue cruel con las represiones y aplicó un castigo ejemplar a los rebeldes. Ese mismo 2 de mayo, sentenció a muerte a todos los que detuvieron portando un arma. En el Salón del Prado (Paseo del Prado) fusilaron a 32 personas ese 2 de mayo; otras 11 fueron ejecutadas en Cibeles, Recoletos, Puerta de Alcalá y Buen Suceso. El 3 de mayo, los franceses fusilaron a otras 24 personas en la montaña Príncipe Pío y a otros 12 en el Buen Retiro.

Murat pensó que al sofocar el levantamiento, el ejército francés había ganado; solo fue el comienzo de la que más tarde sería la Guerra de la Independencia. Por su parte, la pérdida para España también fue considerable: las noticias de una España invadida por los franceses atravesaron el Atlántico y eso sirvió para que los habitantes de las colonias de ultramar lucharan por su independencia; así, España perdería sus valiosas posesiones en América.

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