Bajo la dictadura conocida como el Porfiriato, emerge en México un conflicto armado entre 1910-1917. La Revolución Mexicana tenía como objeto derrocar al régimen que estaba en el poder desde hace 35 años, esto a pesar de que en el país se daba un marcado auge económico y una tácita estabilidad política.
La lucha por la «auténtica revolución» se materializa tras la reelección del general Porfirio Díaz para el periodo presidencial 1910-1914. El líder liberal Francisco I. Madero, ex-candidato para la presidencia de México en ese periodo, puso en marcha el 05 de octubre de 1910 el Plan de San Luis con el objetivo de derrocar al dictador “reelecto”.
La elección fraudulenta de 1910 se convirtió en el foco para el estallido de la rebelión armada y política. Por esta razón, el 20 de noviembre de ese año, a partir de las 6 de tarde, se convoca a los ciudadanos mexicanos detractores del régimen imperante para que empuñen las armas, con la intención de revocar del poder a las autoridades que para aquel entonces gobernaban.
Motivos de la Revolución Mexicana
La revolución mexicana se erige y robustece tras más de tres décadas de dictadura ininterrumpida, lo que trajo una marcada desigualdad social, política y económica para la mayor parte de la población mexicana, quienes eran trabajadores del campo. Pese al crecimiento económico que experimentaba México para la época, cerca del 80% de la población vivía en condiciones de pobreza.
La expropiaciones de sus tierras los llevó a someterse a la sobreexplotación laboral, amparados por la nula libertad de expresión que reinaba en el país. En ese contexto, elementos de la élite mexicana opositores a Porfirio Díaz, y en consonancia con el movimiento, le hicieron el llamado a la clase media, al campesinado y al trabajo organizado, lo que conllevó al apoyo de estos importantes sectores para el levantamiento armado y el derrocamiento del gobierno de Díaz. No obstante, dentro del mismo movimiento se conformaron tensiones entre los conservadores o grupo de elitescos opositores al dictador y los combatientes revolucionarios y desposeídos.
El Plan de San Luis, México 1910
El 20 de noviembre de 1910 no se logró materializar una insurrección efectiva. Sin embargo, eventos como la muerte de los hermanos Aquiles, Máximo y Carmen Serdán, quienes fueron descubiertos en posesión de armas, sirvieron como foco para estimular a otros grupos a levantarse contra Díaz.
Por ello, hasta el presente esta fecha es considerada como el inicio de la Revolución en México. A partir de este día, emergieron importantes y trascendentales figuras revolucionarias que se unieron a la lucha de Francisco I. Madero.
Emiliano Zapata en el sur del país, Francisco «Pancho» Villa , Álvaro Obregón y Pascual Orozco en el norte, son solo algunos de los líderes temerarios, que tras meses de dirigir y participar en revueltas, orillaron a dimitir del cargo de presidente de México el 25 de mayo de 1911, al dictador Porfirio Díaz (que terminó exiliándose en Francia).

Elecciones tras la renuncia de Porfirio Díaz
El 06 de noviembre de 1911, Francisco I. Madero se erigió con el cargo de presidente de México, tras ganar «la primera elección democrática en más de 30 años de Porfiriato».
Las diferencias con otros líderes revolucionarios y Madero estaban presentes desde el comienzo de su gobierno, lo que desencadenó una sublevación encabezada por Emiliano Zapata y Pascual Orozco. Sin embargo, estos levantamientos no tuvieron éxito. El gobierno maderista logró defenderse durante dos años frente a insurgentes zapatistas, orozquistas y otros grupos más pequeños, con apoyo de las tropas de Villa.
No sería hasta 1913 que se logró materializar un golpe de estado en contra de Madero conocido como “Decena Trágica”, y orquestado por el grupo de “los contrarrevolucionarios”, liderado por Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta, terminando con la vida de Francisco I. Madero, su hermano Gustavo y el vicepresidente Pino Suárez.
Tras la revuelta, Huerta se hizo con la presidencia de la República, no sin que antes reaccionarán los líderes revolucionarios, Venustiano Carranza y Francisco Pancho Villa, quienes tras más de un año de revueltas y la ocupación de Veracruz por Estados Unidos, lograron la renuncia de Huerta y su huida del país.
La lucha por el poder: “Guerra de Guerrillas”
Tras 10 días de enfrentamientos, el conspirador Victoriano Huerta asumió la presidencia de México el 22 de febrero de 1913 como resultado del golpe de Estado contra Madero.
No se hizo esperar la respuesta de las fuerzas revolucionarias del Norte, quienes crearon el Ejército Constitucionalista, al mando de Venustiano Carranza. Y pusieron en marcha el Plan Guadalupe, contra el que ellos denominaban “el usurpador Huerta”. Así lograron que el presidente golpista abandonara el poder en julio de 1914, y se hizo con la presidencia Venustiano Carranza, quien se hacía llamar «líder máximo de la revolución».
Mientras traslada su gobierno a Veracruz, la “Convención de Aguascalientes” donde participaron los líderes revolucionarios, desconocía a Carranza como presidente, abriendo dos grandes grupos detractores entre sí, los constitucionalistas y los convencionistas. Estos últimos nombrarían a Eulalio Gómez como presidente de México.

Guerra de Guerrillas durante la Revolución Mexicana
Los últimos acontecimientos trajeron como consecuencia lo que se conoce como “Guerra de Guerrillas”. Una lucha encarnizada entre los bandos, en la que se mueren cerca de un millón de personas desde octubre de 1914 hasta noviembre de 1916.
Para esa fecha, el gobierno y ejército de los convencionistas declaran el fin de la guerra, pese a que las fuerzas diezmadas de zapatistas y villistas siguen luchando durante meses.
Así las cosas, afianzándose Carranza en el poder, en septiembre de 1916 convocó un Congreso Constituyente para redactar una nueva Carta Magna, que hasta la fecha se mantiene vigente rigiendo en México.
Conclusión
La violencia continuó años después, incluso hasta acabar con las vidas de los líderes revolucionarios; Zapata en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923 y tiempo después Obregón en 1928. A pesar de ello, este conflicto armado brindó frutos que se mantienen hasta nuestros tiempos. La Revolución Mexicana consagró el derecho de la tierra, el derecho al trabajo, el derecho a libertad de prensa, entre otros.