Mercado Común Europeo (MCE)

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Gran Bretaña no participó en la constitución de la CECA por considerarlo una intromisión sobre su soberanía nacional en la gestión de sus recursos; con esto, no hizo más que subrayar la tradicional idea británica de no ir más allá de lo que suponga el funcionamiento de un área de libre cambio.

Algunos países como Gran Bretaña abogaban por el establecimiento de un área de libre cambio con una federación de Estados muy suave, frete a los que, como Francia, más partidarios de fortalecer instituciones comunes a costa de cierta cesión de soberanía nacional. Debido a esta confrontación ideológica, Francia y Alemania debían estar presentes en cualquier proyecto de integración europea, basándose éste en el consenso.

Se encargó a un comité, bajo la presidencia del belga Henri Spaak, la elaboración de un informe de posibilidades de una mayor integración progresiva en el ámbito económico. El Comité Spaak presentó en 1956 su informe, que sirvió de base para la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA o EURATOM). Se impulsó la idea de una Europa federalista.

Los Tratados de Roma por los que se estableció la CEE y la CEEA se firmaron en 1957. Los países europeos que no estaban integrados en ninguno de estos proyectos comenzaron a tomar posiciones. El Reino Unido  llevó a cabo una campaña en favor del establecimiento de un área de libre cambio en Europa, que preservase la soberanía de los Estados miembros y sus relaciones con los países terceros. Dinamarca, Noruega, Portugal, Islandia, Austria y Suiza respaldaban la propuesta del gobierno británico. Los países de la CECA decidieron seguir adelante con el proyecto de mercado común europeo, aceptado en Roma en marzo de 1957.

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